Tengo un gran respeto por la naturaleza pero los pollos nunca han sido santos demi devoción. Para mí representan lo más precario del reino de las aves porque ni siquiera pueden volar y, cuando lo hacen, siempre andan lanzando cacareos de terror.
Son aves, pero más parecen reptiles por su espíritu arrastrado. La permanente procura del alimento los ha llevado a esclavizarse de los humanos, porque para los pollos es necesario hacer la concesión de estar presos a cambio de alimento seguro. En esto, hay que reconocerlo, no hay gran diferencia con los propios seres humanos. Lo grave es que éstos últimos tienen el cerebro bastante más grande y no se andan picoteando por un poco de alpiste (o quizás si, mala comparación). Sin embargo, lo que me mueve a escribir estas líneas de furia es la enorme cobertura mediática sospechosamente otorgada a la gripe aviar. Antes eran los comunistas, después los musulmanes y ahora el terror viene emplumado. Pero resulta que si uno indaga un poco, se da cuenta que la famosa gripe aviar ha causado un número de muertes inferior a las uñas encarnadas. Y acerca de estas últimas, la CNN no ha hecho reportaje alguno ¿No será entonces que sólo se trata de asustar a muchos para enriquecer a pocos? Acabo de leer que los grandes laboratorios ya han vendido millones de vacunas que nos defenderán de los pollos. Y eso que está probado que la famosa gripe sólo se pega de pollo a humano y no de humano a humano. No sé ustedes, pero yo cuando me encuentro con un pollo, ya está en mi plato, muerto y dorado. ¿De dónde entonces tanta preocupación?
Corriendo como pollos y pensando como gallinas, a los seres humanos del siglo 21 nos pueden vender cualquier estupidez. Y el que no esté de acuerdo que se sacuda las plumas.
José Cembrano Perasso